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Malena tiene pena de bandoneón

Hoy al mediodía Malena me llamó casi llorando. No aguantaba mas no verlo, no hablarle, no saber de él. Pero sobre todo, no se aguantaba mas a si misma.

«No entendés, Guada, va mas allá de Nacho… es quebrar con una rutina de mucho tiempo, estar sola, tener tiempo al pedo, y no poder parar de pensar y maquinar y maquinar… Y la pelotuda, ¿qué hace? mira el teléfono cada cinco minutos esperando que suene, abre el celular para chequear que no haya entrado alguna llamada o mensaje que no haya escuchado… ¿No me va a hablar mas? ¿Y para qué me dijo que en la semana me llamaba para tomar algo? ¡Ves que me toma por tarada!»

Algo así fue parte del monólogo de Male al teléfono. Malena no dialoga, habla habla y habla, cual sesión de análisis. La semana pasada dejó el laburo. Había presentado la renuncia 30 días antes a su jefe, por el cual está loquísima, cansada de que le dé vueltas, la histeriquee y le haga el doble juego del «superior responsable» y el «galancito seductor».

Él le lleva mas de diez años, y a veces parece un quinceañero. Ella se ilusiona con cada palabra o gesto de su parte. Hace mas de dos años que trabajan juntos. Male no perdió nunca oportunidad de demostarle lo mucho que le gusta. Tampoco pierde nunca oportunidad de enroscarse con cuanto bombón se cruce en el camino, aunque casi podría decirse que lo mejor de sus aventuras era llegar a la oficina el lunes y, en el café del break, contarle a Nacho sus travesuras del fin de semana, para deleitarse viendolo morderse los labios.

En la fiesta de fin de año él la besó. Después dijo que había tomado, que no se acordaba de un montón de cosas de esa noche, y nunca jamás se habló del beso. Pero mas de una vez la invitó a salir. Casi siempre termina cancelando. Las dos o tres veces que salieron, ella se maquilló, perfumó, depiló, y todo lo necesario. El llegó tarde, habló de trabajo, y esquivó el bulto. Pero después le tiraba indirectas en la oficina, y le mandaba sms sugerentes. Ella nunca se atrevió a dar un paso mas. O mejor dicho, cada vez que quiso avanzar, él se preocupó por recordarle que él le lleva mas de diez años y es su jefe.

Lo que se dice un histérico con todas las letras. O como le dije por teléfono a Male, hoy al mediodía…

«Bueno, basta mujer! El tipo es bastante grande como para ser tan pelotudo. ¡Lo bien qué hiciste en irte de esa oficina de mierda! Ahora dejate de joder con Nacho, y arreglemos qué se hace el fin de semana»

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